Con un impactante cartel nos recibió esta comunidad, única en el país, donde los pueblos originarios recibieron oficialmente las tierras que les pertenecían por derechos de sus ancestros.Actualmente el cacique y los sabios de la tribu gobiernan la ciudad.
Así,con sus calles soleadas,sus arcadas y su gente parsimoniosa,nos recibió la bella Amaicha.
Su iglesia, pequeña y encalada,alberga techos de cardón y la fe de sus promesantes.
En la plaza del pueblito, esta Apacheta,homenajea a la Pacha Mama
Veredas angostas,paredes de adobe y el infaltable sol.
Julito y Quique en la mañana amaichateña.
Este cartel,nos indica cuántos son sus habitantes ¡y cuánto sol tienen!
.
A la vera de la ruta, saliendo de Amaicha se encuentra este Museo de la Pachamama,obra del artista autodidacta Héctor Cruz.Cada escultura,cada piedra,cada recodo de este ENORME museo fue pensado y/o ejecutado por este escultor,pintor y artífice de bellísimos tapices.
Nuestra visita comenzó en el Centro de interpretación y analizando esta maqueta que representa los Valles Calchaquíes.
Y continúo recorriendo estas espaciosas instalaciones en las cuales aparecían objetos,reproducciones de escenas cotidianas y puntuales explicaciones que nos permitieron comprender un poco más de ese pasado ancestral.
En este centro de interpretación,se hallaba simulada una mina,en la cual entró Julito.
Los 10.000 metros cuadrados se despliegan en una sucesión de fuentes,cactus y esculturas,posibilitando una fusión del Valle Calchaquí con las sucesivas expresiones artísticas.
Las esculturas reproducen objetos sagrados encontrados en enterramientos en estas tierras y se realizaron con materiales de la zona.
Nos sentamos en este original banco,realizado en piedra y a la sombra del algarrobo,para descansar un poquito de tanto traqueteo.
Y luego seguimos nuestro recorrido,admirando la obra de toda una vida de este artista,que hoy pinta,esculpe y teje en este lugar paradisíaco.
La escultura central representa a la Pachamama embarazada.
Un adiós a este espacio casi indescriptible.....y rumbo a Cafayate.
Así,con sus calles soleadas,sus arcadas y su gente parsimoniosa,nos recibió la bella Amaicha.
Su iglesia, pequeña y encalada,alberga techos de cardón y la fe de sus promesantes.
En la plaza del pueblito, esta Apacheta,homenajea a la Pacha Mama
Veredas angostas,paredes de adobe y el infaltable sol.
Julito y Quique en la mañana amaichateña.
Este cartel,nos indica cuántos son sus habitantes ¡y cuánto sol tienen!
.
A la vera de la ruta, saliendo de Amaicha se encuentra este Museo de la Pachamama,obra del artista autodidacta Héctor Cruz.Cada escultura,cada piedra,cada recodo de este ENORME museo fue pensado y/o ejecutado por este escultor,pintor y artífice de bellísimos tapices.
Nuestra visita comenzó en el Centro de interpretación y analizando esta maqueta que representa los Valles Calchaquíes.
Y continúo recorriendo estas espaciosas instalaciones en las cuales aparecían objetos,reproducciones de escenas cotidianas y puntuales explicaciones que nos permitieron comprender un poco más de ese pasado ancestral.
En este centro de interpretación,se hallaba simulada una mina,en la cual entró Julito.
Los 10.000 metros cuadrados se despliegan en una sucesión de fuentes,cactus y esculturas,posibilitando una fusión del Valle Calchaquí con las sucesivas expresiones artísticas.
Las esculturas reproducen objetos sagrados encontrados en enterramientos en estas tierras y se realizaron con materiales de la zona.
Nos sentamos en este original banco,realizado en piedra y a la sombra del algarrobo,para descansar un poquito de tanto traqueteo.
Y luego seguimos nuestro recorrido,admirando la obra de toda una vida de este artista,que hoy pinta,esculpe y teje en este lugar paradisíaco.
La escultura central representa a la Pachamama embarazada.
Un adiós a este espacio casi indescriptible.....y rumbo a Cafayate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario