En una tarde de lluvia llegamos a Moneglia, una pequeña ciudad balnearia, encerrada entre las montañas y el mar.Estos techos de tejas y el elegante campanario se veían desde la ventana de nuestro departamento.
A nuestros pies, una pequeña plazoleta con barcitos, se desplegaba en esta zona absolutamente peatonal.
Y sobre las colinas, trepaban las casitas.
Y ahora les mostramos ,en el día de nuestra partida, la costanera, el mar,las escolleras naturales y las decenas de embarcaciones que se encuentran en sus marinas.
Y por esta ruta preciosa nos fuimos hacia Roma, nuestro último destino.
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