Tarde de lluvia,decidimos recorrer las serranías que rodean la ciudad,empezamos a trepar caminos verdes y rocosos.
Entramos en pueblecitos encantadores como Montejaque,Benoajan o Jimena de Líbar.
Todos con sus pulcras fachadas blancas y sus silencios.
Algunos con iglesias con campanarios o ayuntamientos que parecían de cuentos.
Desde la ruta los veíamos surgir como manchones blancos.
En un mirador ,Julito lee las prolijas descripciones de los cerros y cañadas que observábamos.
Y nuevamente volvimos al camino,tomando mate, para regresar a la bella Ronda.
que lindo es recordar lugares visitados, sigan disfrutando Bea y Mario
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